Cuando hablamos de qué ver en Egipto, son millones las ideas e imágenes que llegan a nuestra mente. Desde las grandes extensiones de dorados desiertos y la magnificencia de una civilización capaz de construir impresionantes pirámides hasta el exotismo y la atracción de figuras tan interesantes como la célebre Cleopatra. Entre todos estos apasionantes temas, destaca un personaje que no solo protagonizó la historia en su momento, sino que sigue muy vivo en la memoria colectiva, en las aulas de las universidades, en el cine y en la literatura. En Supercurioso ya hemos abordado anteriormente quién fue el faraón Tutankamón, ese pequeño que con tan solo ocho años ascendió al poder egipcio. En esta ocasión, queremos profundizar en los misterios de su tumba, para revelarte toda la verdad sobre la maldición de Tutankamón. ¿Nos acompañas?
¿Qué hay detrás de la Maldición de Tutankamón?
La tumba de Tutankamón fue sin duda uno de los grandes hallazgos de nuestra era, ya que cambió por completo nuestra comprensión sobre la sociedad del Antiguo Egipto, sus rituales y símbolos. Fue en 1922 cuando los arqueólogos Howard Carter y Lord Carnarvon dieron con la ubicación precisa de la sepultura del Faraón, y se dispusieron a abrirla (aquí puedes profundizar en quiénes descubrieron tumba del faraón). A partir de ese momento, empezaron desencadenarse una serie de sucesos y desgracias inesperados, que fueron el preludio de la maldición de Tutankamón.
Unas pinceladas sobre quién fue Tutankamón
Tut-anj-Amón o Tutankamón es una de las figuras más conocidas y estudiadas del Antiguo Egipto. El interés en él aumentó de forma considerable con el hallazgo de su tumba. Se sabe que vivió entre los años 1331 a.C. y 1323 a.C. Fue hijo del faraón Akenatón, también una figura de gran renombre y poder en la época. Al morir éste, Tutankamón accedió al trono, con la tutela del visir Ay. De esta forma se convertiría en el último representante de sangre real de la XVIII dinastía egipcia. Tenía tan sólo ocho o nueve años cuando se le confirió la responsabilidad de ordenar sobre los destinos de Egipto.
Como era usual en la sociedad del Antiguo Egipto que los matrimonios se hicieran entre miembros de una misma familia, las taras genéticas eran cosa común. De Tutankamón se dice que era un niño débil y de salud frágil. Fue casado con una de sus medio hermanas, una hija de la reina Nefertiti, llamada Anjesenamon. La descendencia de Tutankamón también es asunto polémico: se supo que tuvo dos niñas que nacieron muertas, o murieron al nacer. Tanto es así, que en su tumba fueron halladas dos pequeñas momias que coinciden con estas características.
El legado del faraón se resume en haber gobernado durante una época de grandes dificultades, restaurando en la sociedad a los antiguos dioses, después de un período de monoteísmo hereje. Pero después de la misteriosa muerte de Tutankamón, a sus tan solo 19 años, su leyenda siguió viva. Y de esto, precisamente, es justamente de lo que habla la maldición de Tutankamón.
El lujoso interior de la tumba del faraón
Tal como comentábamos, la leyenda sobre la maldición de Tutankamón empezó justo después de que los investigadores encontraran y penetraran en su tumba. El recinto era de un lujo asombroso (el exterior del sarcófago era de oro puro) y contaba con más de 3.500 objetos de gran valor. Se encontraron alrededor de 130 joyas y amuletos, estatuas de oro y ébano, bastones de ébano, plata, oro y marfil, armas como arcos, mazos y cuchillos, e incluso comida: pasteles, cebada, costillas de buey y tres decenas de jarras de vino.
Pero lo más asombroso era la propia figura del Faraón Tutankamón. Una momia en excelente estado de conservación, de la que podía apreciarse el rostro, las dimensiones del cuerpo e incluso los detalles de las manos. Esta irrupción en la tumba cambió para siempre los estudios sobre Egipto, pero también el destino de muchas de las personas que se aproximaron de alguna forma a la momia o su lugar de descanso, y que se cree que fueron alcanzadas por la maldición de Tutankamón.
Los misteriosos sucesos que originaron la maldición
Existen numerosas y encontradas opiniones sobre la maldición de Tutankamón. Se dice que se trató de un conjuro que lanzó el propio espíritu del Faraón para envolver en una serie de catastróficas desdichas a aquellos que habían violado su tumba. De hecho, dicen que cuando el último hombre de la expedición salió de la tumba, una tormenta de arena se desencadenó en la zona, siendo especialmente intensa en la entrada de la cueva, y que después un halcón voló por encima de la tumba y se marchó en dirección oeste, hacia donde según las creencias egipcias se hallaba el “otro mundo”.
Cinco meses después, el arqueólogo de la expedición, Lord Carnarvon, encontraría su muerte. ¿La causa? La picadura de un mosquito que se le infectó y acabó debilitándolo. Pero esto no es todo, sino que, en aquel momento, todas las luces de El Cairo se apagaron y, de forma simultánea, en su casa de Inglaterra, su perro también murió. Lo más curioso es que al analizar la tumba del faraón egipcio, los médicos encontraron una depresión con forma de cicatriz sobre la mejilla izquierda, justo en el mismo lugar que la picadura de Carnarvon.
Las víctimas de la maldición de Tutankamón
No sólo a los arqueólogos alcanzó la maldición de Tutankamón. Durante los meses siguientes, otras de las personas que también habían visitado la tumba fueron muriendo. El hermanastro de Carnarvon falleció a causa de una peritonitis. Alí Farmy Bey, príncipe egipcio que afirmaba descender de faraones, murió asesinado en un hotel de la capital británica y su hermano acabaría suicidándose. George Jay Cloud, magnate de los ferrocarriles en Estados Unidos, que decía que se había resfriado visitando la tumba, contrajo una neumonía y murió. Y el millonario Wool Joel de origen sudafricano murió tras una caída.
Pero además de todas estas muertes, también debemos destacar la de Richard Bethell, que ayudó a Carter a clasificar el tesoro y que se suicidó a los 49 años. Meses después sería su padre, arrojándose desde la ventaja de su dormitorio en Londres. En su habitación se encontró un jarrón de alabastro que procedía de la propia tumba de Tutankamón. Así pues, durante los años que sucedieron al descubrimiento del sepulcro en 1922, más de una docena de personas que estuvieron vinculadas a la misma por circunstancias distintas, murieron de manera natural. Sin embargo Howard Carter, el hombre que más debía haber temido la maldición, murió en 1939 por causas naturales.
La maldición de Tutankamón | En vídeo
¿Es entonces la maldición de Tutankamón algo real, o todo es fruto de la casualidad? En cualquier caso, parecen demasiadas casualidades juntas, por lo que resulta complicado responder a la pregunta… ¿Y tú? ¿Qué crees? ¿Realidad o casualidad? Si te apasiona este tema tanto como a nosotros, no te pierdas este recorrido por los Faraones más importantes del Antiguo Egipto, ¡un fascinante viaje al pasado!