Aunque Japón tiene la fama de ser uno de los países más homogéneos en cuanto a raza en el mundo, la verdad es que entre su gente se encuentra un pueblo indígena que recibió a aquellos que llegaron a la isla nipona después: los Ainu.

Los Ainu, el pueblo indígena de Japón que pocos conocen

Los Ainu son un pueblo que no hace mucho fue reconocido como indígena por el Gobierno de Japón. En la actualidad la cifra de población Ainu en el país asiático se cuenta apenas en los 25000 individuos, pero este número ha sido refutado por buenas razones.

Muchos siglos de discriminación y asimilación forzada han llevado a muchos japoneses con antepasados ​​Ainu a ocultar sus raíces, o simplemente a ignorarlas. De hecho, no fue sino hasta 2008 que el gobierno japonés reconoció oficialmente la existencia de los Ainu como pueblo indígena, aunque su idioma, cultura y prácticas religiosas distintivas han sobrevivido durante milenios.

Su particular cultura e idiosincrasia los hacen un grupo extremadamente interesante. El idioma Ainu no está relacionado con ningún otro idioma conocido en el planeta y sus tradiciones religiosas y culturales tampoco tienen mucho que ver con ninguno de sus vecinos más cercanos.

Asimismo, su apariencia difiere bastante de la de la mayoría de la población japonesa. Tienen el cabello grueso y rizado que a menudo se pone rubio o rojo, sus ojos van del marrón al azul, y su piel es más pálida que sus vecinos japoneses. Y por esta razón, como lamentablemente suele suceder, han sido víctimas de terribles injusticias.

Los Ainu, habitantes originales de Japón

Mientras Japón fue creciendo, el pueblo Ainu fue siendo desplazado hacia el norte cada vez más, hasta que finalmente fueron relegados casi por completo a la gélida isla de Hokkaido. Pero en 1899, el gobierno japonés siguió el ejemplo del oeste americano, utilizó su fórmula para lidiar con los Ainu, tal como se hizo con los indígenas americanos.

Bajo la Restauración Meiji, a los ainu se les quitaron sus tierras tradicionales y se prohibieron sus prácticas lingüísticas y culturales. Estas atrocidades apenas están siendo abordadas ahora.

El origen de los Ainu no se conocen con certeza, pero muchos académicos resaltan que  los seres humanos no evolucionaron en esta región insular, obviamente, por lo que en algún momento, debieron llegar procedentes del continente.

Sin embargo, sí se sabe que había personas en Honshu, la gran isla central, ya en el siglo XIV a. C. Los historiadores modernos llaman a esto período Jōmon, por los patrones particulares en la alfarería de la época y algunas personas creen que los Ainu y los Jōmon son lo mismo.

Como cazadores-recolectores, los ainu vivían de la tierra, alimentándose de ciervos, osos, conejos, zorros, salmones, tubérculos y mucho más. A diferencia de los japoneses, los ainu cocinaban siempre su comida, nunca comían nada crudo.

Pero a pesar de sus muchas diferencias, hay algo en lo que los ainu coinciden con los japoneses: eran animistas y creían que todas las cosas están habitadas por espíritus conocidos como kamuy. Su creencia es que todos los animales son manifestaciones de los dioses en la Tierra, sin embargo, se cree que el oso es la cabeza de los dioses y, por lo tanto, se lo conoce como kamuy o «Dios».

Aunque son una comunidad al borde de la extinción, hoy en día se están haciendo esfuerzos para recuperar y resguardar sus tradiciones y costumbres ancestrales.

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Imágenes: Wikimedia Commons