Generalmente en verano, aparece una imagen que es casi reconocible para todo el mundo. En esas noches de calor suenan pequeños ruidillos de insectos voladores, que chocan las alas tratando de llegar a una bombilla. Pero, ¿por qué sucede esto?, ¿alguna vez te has preguntado por qué a los insectos les atrae la luz? En Supercurioso nos hicimos esta misma pregunta. Nos resultaba extraño ver cómo las polillas y otros insectos voladores giraban en círculos alrededor de una bombilla, desesperados por llegar a la luz. Después de una detallada investigación, ¡tenemos la respuesta! Te aseguramos que hay algo de trágico y singular en ese comportamiento. ¡Acompáñanos a conocerlo!

¿Por qué a los insectos les atrae la luz?

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En nuestro planeta hay una gran variedad de bichitos: insectos raros, pequeños y gigantes, que parecen ser astutos y sigilosos. Pero también están aquellos que parecen no tener ni un poquito de habilidades para la supervivencia. Tal es el caso de la polilla o los mosquitos. Aunque para nosotros resulta obvio que, si estos insectos se acercan demasiado a la luz artificial, puede significar su perdición, para ellos no es algo evidente y menos evitable. Los insectos se sienten atraídos a la luz por algo que va mucho más allá, veamos los motivos…

1. Evolución e instinto

Verás, la polilla y otros insectos nocturnos tienen una historia de larga data con la luz, gracias a esa estrecha relación es que a los insectos les atrae la luz de forma natural e instintiva. ¿Por qué? Bueno, en el caso de las polillas, por ejemplo, estas evolucionaron para viajar siguiendo el brillo de las estrellas y de la luna (o, en todo caso, los colores de la luna) Se trata de un método de georreferenciación, que es conocido como orientación transversal.

Este método se establece por medio del direccionamiento que entrega aquella luz; debido a ella es que los insectos pueden viajar grandes distancias. De acuerdo con Jeff Smith, «la orientación transversal es similar a cuando nosotros nos guiamos por la estrella polar (una de las estrellas del universo más importantes) que está en un lugar determinado, de forma que nos permite saber dónde estamos». En efecto, el sentido de dirección es una de las principales razones de porque a los insectos les atrae la luz.

Los insectos que vemos siempre rondando una bombilla son animales lucífugos. Esto quiere decir que se rigen por unos movimientos automáticos dependientes de la luz. Su sencilla vida se rige por la luz del firmamento estrellado, donde la luna es esa guía absoluta en sus movimientos migratorios para reproducirse y progresar como especie. Pongamos un ejemplo opuesto: las cucarachas, incómodas criaturas que tienen una fototaxis negativa, corren cuando sienten que cae el más mínimo rayo de luz sobre sus exoesqueletos. Se espantan como almas vampíricas, en busca de la penumbra y la oscuridad que les proporciona cualquier grieta o cualquier alcantarilla tenebrosa. En cambio, las polillas se caracterizan por una fototaxis positiva.

Entonces, la luna y demás luces naturales son, sin duda, esa bella referencia que centraliza sus existencias en ese mundo nocturno. Pues, no solo los guía, sino que reorientan su vida y su comportamiento. Mediante esta luz se orientan adecuadamente en sus quehaceres, marcando las distancias y guiándoles en lo que está arriba y lo que está abajo. Además de esto, a los insectos les atrae la luz porque cuanto más alto vuelan, será menos probable que las atrape un depredador. Pero a esta cuestión se añade un factor singular: la luz artificial. Si los insectos se encuentran con una casa en la que penden llamativas luces, no podrán evitar lanzarse a por ellas, algo que no es para nada positivo.

2. La luz artificial, una trampa letalluz artificial afecta a los insectos

De todos los inventos de Thomas Edison, tal vez el más perjudicial para los insectos nocturnos es la bombilla. No nos debe extrañar que a los insectos les atraiga la luz artificial porque en su instinto más primitivo está buscar la luz. Sin embargo, con el avance de la modernidad, cualquier bombilla encendida es simplemente perjudicial. La profesora de entomología de la UC Davis, Lynn Kimsey, afirma que: «todo salió mal porque les hemos dado a los insectos nocturnos muchas luces artificiales».

Otro aspecto interesante es el modo en que la luz incide en sus ojos. Si lo hace en ambos ojos por igual, como sucede en el caso de una fuente distante como la luna, entonces, los insectos vuelan en línea recta sin problema alguno porque la luz que emite la Luna aparece en su campo visual completo. Pero, si la fatalidad hace que, de pronto, caiga una luminiscencia de forma más intensa en uno de sus ojos, entonces, el ala de ese lado tenderá a agitarse mucho más rápido y de modo inestable. Es decir, cuando una polilla encuentra una luz artificial mucho más cercana e intenta usarla para navegar, el ángulo cambia totalmente, entonces la polilla intenta corregir instintivamente girando hacia la luz, las pobres acaban volando en círculos hasta morir de estrés. Un final trágico que estamos acostumbrados a presenciar en esas noches de verano en las que nuestras luces artificiales son confundidas por pequeñas lunas para estos desgraciados insectos nocturnos…

3. ¿Cómo la luz artificial afecta a los insectos?

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Ya sabemos por qué a los insectos les atrae la luz, pero también es importante conocer cómo la luz artificial los afecta. Además de desorientarlos, este tipo de luminiscencia causa diferentes afectaciones en su organismo. De hecho, se ha visto que la luz artificial es capaz de afectar el comportamiento y el desarrollo de los insectos. Para identificarlas, los expertos las han dividido por categorías:

  • Adaptación de la luz: esto sucede cuando los insectos nocturnos, después de convivir frecuentemente con la luz artificial, se acostumbran a ella. Similar a lo que sucede con los animales que viven en la ciudad, después de un tiempo, crean mecanismos de adaptación.
  • Alteración del ritmo cardíaco: el vuelo desenfrenado de los insectos nocturnos por alcanzar la luz crea en su organismo una aceleración en su ritmo cardíaco. Esto provoca que, a su vez, se vean afectadas otras de sus actividades cotidianas, como el cortejo o la locomoción.
  • Alteración del período de descanso: podría parecernos lógico pensar que, porque a los insectos les atrae la luz, inevitablemente se han adaptado y acostumbrado a vivir con ella. Sin embargo, al cambiar sus patrones de georreferencia, también se altera lo que se conoce como dormancia; es decir, su período de descanso. Esto provoca que se creen respuestas fisiológicas negativas, ya que los períodos de actividad se alargan y los de descanso se acortan.
  • Toxicidad lumínica: como es de esperarse, la luz artificial también emite rayos UV. Lamentablemente, estos rayos son bastante dañinos para las retinas de los insectos, eventualmente esta contaminación los inhabilitará para moverse de manera adecuada y, por ende, para sobrevivir.

Esperamos que ahora te quede más claro el por qué a los insectos les atrae la luz. La respuesta parece ser algo trágica, si la vemos desde la perspectiva de estos pequeños insectos. Pero, por otra parte, algunas personas han llegado a considerar a los insectos como una plaga, y de hecho, utilizan fuentes de luz artificial como trampa para cazarlos. Confiamos en que, con esta información, puedas entender que todo lo que ellos buscan es guiarse y que, probablemente, están confundidos y desesperados por no encontrar una guía correcta. Recordemos que por molestos que puedan ser, los insectos siguen siendo criaturas vivas y muy interesantes. Si tú también compartes esta idea, y eres un apasionado por el mundo de los insectos, te recomendamos conocer todo sobre el escarabajo rinoceronte japonés, el rey de los insectos.