Decidir, ésa es la cuestión. A lo largo de nuestras vidas nos vemos obligados a optar por una u otra cosa; desde que nacemos hasta que morimos, la vida es una sucesión constante de pequeñas –y grandes– decisiones que afectan el día a día y el rumbo general de nuestra existencia.

Es así que el diario británico The Guardian decidió hacer un reportaje para explicar los motivos que generalmente nos llevan a escoger determinadas cosas, frente a determinadas situaciones de la vida.

Claro que hay decisiones más importantes que otras; hay situaciones que, según sea el caso, nos enrumban hacia derroteros insospechados. En estos momentos tan convulsionados en el mundo entero, por ejemplo, migrar o no migrar podría ser, para millones de personas, una medida fundamental para sobrevivir.

Pero aquí te ofrecemos los resultados que obtuvo The Guardian, las 3 preguntas importantes que en un momento dado se hacen las personas.

1. ¿Vivir en pareja? ¿Soltería empedernida?

Sí, hay quienes se hacen esta pregunta, “¿me caso, me emparejo, me quedo sola/o?”. Cuando nos enamoramos queremos estar todo el tiempo con la persona amada, pero decidir vivir juntos es ya harina de otro costal. Para los solteros empedernidos ésta puede ser una decisión de las más difíciles, pues dejar atrás la completa libertad de movimientos o los hábitos solitarios en aras de una convivencia armónica quizá resulte cuesta arriba.

Pero, según The Guardian, hay numerosos estudios que indican que los casados gozan, en general, de una salud más estable; hay un menor riesgo de sufrir enfermedades respiratorias, insuficiencias cardiovasculares o diabetes, y apuntan a que se debe a que las personas casadas o que viven en pareja tienden a llevar una vida más saludable, en contraposición a los solteros.

George Ploubides, de la University College de Londres, afirma que quienes comparten “sueño, cama y macarrones” acumulan mayores ingresos económicos, tienen una vida social más activa y enfrentan mejor situaciones desfavorables. Claro, todo esto en un contexto amoroso.

Cuando no hay amor la vida en pareja puede convertirse literalmente en un infierno. Por ello, muchos casados ven con envidia la vida sin problemas de los solteros, asociando “un amor estresante” a un mayor riesgo de enfermedades del corazón, y los divorcios a un aumento temporal de las probabilidades de muerte.

Es una decisión importante, sin duda. Incluso para los que reinciden una y otra vez.

2. ¿Tengo hijos o no?

Planificado o no, un hijo siempre es un acontecimiento importante en nuestras vidas: el horario se trastoca, los hábitos de pareja pasan a segundo plano, la libertad se reduce, los sentimientos de responsabilidad cambian y el afecto ante esa nueva personita explota como una bomba…

Tener hijos no es sólo una cuestión que sucede, inherente a nuestra capacidad reproductiva y al llamado de la especie a sobrevivir.

En la investigación citada en The Guardian, durante el romance puede registrarse un nivel de felicidad superior en los que no tienen responsabilidades familiares y se dedican completamente a su pareja; según Jacqui Gabb –de la Open University’s Enduring Love Project, que realiza investigaciones sobre los factores que inciden en que las relaciones sean duraderas o no–, lo que genera más felicidad en una pareja es poder dedicarse el uno al otro, y por ello resulta fundamental que, una vez padres, puedan establecer “planes sin niños” para recordar y reafirmar sus lazos.

Sin embargo, hay algo curioso en la investigación: si bien las madres suelen estar más insatisfechas con su vida amorosa que las que no tienen hijos, es el grupo que muestra más felicidad, en términos generales. ¿Y los padres? No se puede generalizar, claro, pero la encuesta reveló que para ellos no es relevante ni determinante, para calcular el nivel de satisfacción en sus vidas, tener o no hijos.

Por lo tanto, sobre todo en sociedades más desarrolladas o en individuos con una cierta conciencia, la cuestión de la descendencia es algo que se piensa.

3. ¿Qué mascota, perro o gato?

Según el diario británico, el hecho de que prefieras la comodidad de un gatito o sacar a pasear todos los días a tu perro no sólo responde a gustos personales, sino también a razones “históricas”. ¿Cómo es eso?

Como ya te hemos dicho en varios artículos, la domesticación de los perros sucedió mucho antes de que inventáramos la agricultura; se dio cuando aún éramos nómadas y vivíamos de la caza, la pesca y la recolección.

La supervivencia de estos entrañables animales dependía de su habilidad para mantenerse cerca del grupo humano, cambiando así su concepto de territorialidad: aunque son animales territoriales, su territorio se transformó en el territorio de sus “dueños”.

Por otra parte están los gatos, domesticados en Oriente Medio al comenzarse a construir los asentamientos, sobre todo para mantener limpias las casas de roedores y reptiles. A diferencia de los perros, su supervivencia dependía de su habilidad para conseguir alimento en los alrededores del hogar; ésta es una razón de que los gatos sean tan territoriales y defiendan “como leones” su espacio.

El origen de la indecisión entre ambos tipos de mascota revela nuestra imposibilidad de determinar cuál es mejor o peor compañero, aunque ambos ejerzan efectos benéficos en nuestra salud. Cuando los niños han crecido con ellos desde bebés, desarrollan menos enfermedades respiratorias y alergias, y la salud emocional de los adultos mejora notablemente al contacto con estas mascotas.

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