Son muchas las mujeres legendarias que han marcado hitos en las páginas de la historia de la humanidad. Nombres como el de Jane Austen, Sor Juana Inés de la Cruz, Simone de Beauvoir o Juana de Arco son tan solo algunas de las que, en su respectiva área de acción, han marcado el antes y el después de una era. En un mundo tradicionalmente dominado por hombres, estas mujeres lograron alzar la voz de su esencia, su talento y sus ideas, dejando un valioso legado a la humanidad. Tal es el caso de Sofía Casanova, la primera corresponsal de guerra.
La historia de esta mujer española es del todo interesante. No sólo desarrollo una audaz carrera en el mundo del periodismo, actuando como la primera corresponsal de guerra. También abordó el generó de la opinión, expresando sus ideales de manera implacable. La literatura y la poesía se sumaron a su producción, e incluso llegó a ser reconocida como una brillante poetisa y cronista en los círculos literarios más prestigiosos de la época. Acompáñanos en Supercurioso a conocer la inspiradora historia de Sofía Casanova.
¿Quién fue Sofía Casanova?
La que estaría destinada a convertirse en la primera corresponsal de guerra, fue una mujer española, nacida en la región de Almeiras, el 30 de septiembre de 1861. Su nombre completo fue Sofía Guadalupe Pérez y Casanova. La historia de su familia estuvo marcada por los obstáculos. Su padre les abandonó siendo ella aún muy pequeña. Sin recursos económicos para sostenerse, su madre volvió a la casa de su infancia, en la región del Pazo del Hombre, en San Julián de Almeiras. Allí Sofía pasó su infancia junto a sus hermanos.
Es en San Julián de Almeiras donde inicia sus estudios en la escuela Doña Concha. A los doce años se muda junto a su madre, abuelos y hermanos a la ciudad de Madrid, donde sigue su formación en el Conservatorio de esa ciudad. Formándose en poesía, Sofía Casanova logra vincularse con personalidades importantes del mundo literario. Fue así como empezó a publicar sus poemas en diarios y revistas como Telegrama, El Obrero, Semana Literaria, La Ilustración, Domingos del Faro y Folletín, entre otros.
A principios de 1880, Sofía Casanova ya se había ganado un lugar entre las jóvenes promesas de la poesía. Su talento fresco y original le abrió las puertas para hacer amistad con figuras de la época como Ramón de Campoamor, José de Echegaray y Gaspar Núñez de Arce. Tan bien recibida sería su obra, que incluso llegó a participar en diversas reuniones literarias en la Corte del rey Alfonso XII, quien declarándose su admirador, financió la edición de un libro con sus poemas.
El matrimonio
En el círculo de la Corte, Sofía Casanova conocería a quien pronto se convirtió en su marido. Se trataba del diplomático, profesor y filósofo polaco Wincenty Lutosławski. Se casaron en marzo de 1887, y se trasladaron hasta Drozdowo, un pueblo al norte de Polonia. Fue gracias a las labores y el constante movimiento de su marido, que Sofía Casanova se motivó con el aprendizaje de idiomas, llegando a dominar hasta seis lenguas. En compañía de Lutosławski, viajó por Londres, Roma, Moscú y París. Pero el matrimonio, con cuatro hijas e incapaz de engendrar un varón, terminó separándose.
Durante el matrimonio Sofía se aproximó a la narrativa, escribiendo la novela El doctor Wolski y una serie de cuentos. Pero sería luego de su separación, al mudarse de manera definitiva a Madrid, cuando iniciaría el camino que la llevó a convertirse en la primera corresponsal de guerra. Empezó a colaborar activamente con la prensa más destacada del país, los diarios El Imparcial, El Liberal, Prometeo, La Tribuna, Blanco y Negro y ABC. Por esa época, su casa se convirtió en un espacio de encuentros literarios.
Su historia como la primera corresponsal de guerra
La historia de Sofía Casanova como la primera corresponsal de guerra, inició con su participación en uno de los conflictos bélicos más importantes de la historia, la Primera Guerra Mundial. Se encontraba visitando a sus hijas cerca de la frontera con Alemania, cuando estalló el conflicto. Un mes después del inicio de la guerra, se trasladó a Varsovia, donde trabajaría como enfermera de la Cruz Roja y como periodista. El diario ABC oficializó su nombramiento como la primera corresponsal de guerra en Europa Oriental.
Las condiciones de la guerra obligaron a la evacuación de Varsovia, y Sofía Casanova tuvo que trasladarse a Rusia junto a sus hijas. Allí tendría la oportunidad de ver de primera mano y escribir sobre algunos de los sucesos políticos más importantes de la época, como el declive de la Rusia Zarista, la caída de la Corte Imperial de los Romanov y la Revolución de Octubre. También sería testigo del golpe de Estado de Lenin. Viviendo en Rusia, y como parte de las revueltas que eran usuales en aquel momento, Sofía recibió accidentalmente un fuerte golpe en el rostro, que le produjo problemas de visión. En su ancianidad, llegó a perder la vista casi por completo.
Como testigo presencial y cercano de tantos sucesos históricos determinantes, Sofía Casanova se dedicó a recopilar y pulir sus experiencias a su regreso a España, en 1919, ya finalizada la Primera Guerra Mundial. De este período destacan dos obras fundamentales, De la Revolución Rusa y La Revolución Bolchevista: diario de un testigo, publicadas por el diario ABC. En su labor como la primera corresponsal de guerra, y afilando su pluma como periodista de opinión, Sofía también escribió sobre la Guerra Civil Española, exponiendo una clara opinión a favor del bando nacional.
La Segunda Guerra Mundial
Si bien las vivencias de Sofía Casanova como la primera corresponsal de guerra habían sido del todo removedoras, aún le faltaba atravesar las experiencias del que sin duda ha sido el conflicto bélico más atroz de la historia de la humanidad, la Segunda Guerra Mundial. Sofía se encontraba en Polonia para pasar la época de navidad de 1941, cuando se materializó la invasión alemana a territorio polaco. Con ayuda de la embajada española en Berlín, y gracias al pacto de no agresión firmado entre Hitler y Stalin, Sofía, una de sus hijas y sus nietos lograron establecerse en una aldea, con relativa seguridad.
Sin embargo, para la primera corresponsal de guerra, que había visto de cerca los horrores de la violencia y las ansias de poder, la brutalidad de este conflicto adquiría un nivel mucho más estremecedor. Entonces, siguiendo los ideales que le fueron propios a lo largo de toda su vida, Sofía escribió sin censuras sobre las atrocidades que vivían los judíos y población rechazada en los campos de concentración, y sobre la voraz ocupación alemana en Polonia. Su verbo encendido sobre estos temas tan sensibles terminó por hacer que el diario ABC la despidiera.
Luego de una larga vida, en la que se rigió siempre por sus ideales, su talento y la búsqueda de la verdad, Sofía Casanova falleció el 16 de enero de 1958, a sus 96 años, en Polonia. Aunque para el momento de su muerte había quedado prácticamente ciega, se las arregló para nunca abandonar su pasión por escribir. La historia de su vida es el fiel reflejo del espíritu de una mujer aguerrida, arriesgada y que se deshizo a fuerza de trabajo y talento, de los límites que la época le imponía. Si te interesa conocer más sobre el pensamiento de mujeres extraordinarias, no te pierdas esta selección de frases de feminismo en positivo, en las que mujeres fuera de serie, nos condensan su pensamiento revolucionario y peculiar.