Hay expresiones tanto en el lenguaje como en las costumbres, que tienen su origen en remotas prácticas asociadas a la agricultura, a ancestrales ritos de fertilidad, a la celebración de los solsticios, tanto de verano como de invierno.
En este sentido, la expresión luna de miel tiene varias explicaciones, que a continuación te exponemos.
¿Por qué tenemos luna de miel cuando nos casamos?
La luna de miel es ese período muy agradable en toda relación en la que los defectos de la pareja no se aprecian. En sentido estricto, es la noche de bodas y el lapso inmediatamente posterior al casamiento, en el que los novios, al fin juntos, comienzan su vida de casados.
¿Pero por qué se comenzó a llamar luna de miel a estos eventos? Comencemos por el principio, literalmente. Durante la prehistoria, en el hemisferio norte, la llegada del verano se celebraba con rituales, con fiestas; el frío había desaparecido, llegaba el calor y el buen tiempo y comenzaban a florecer árboles y plantas, que podían ser cosechadas.
Cuando llegaron los calendarios, y se establecieron métodos para contar los días y estructurar los períodos del año de siembra y cosecha, llegaron también otras costumbres. Por ejemplo, la primera o única luna llena del mes de junio, o del período correspondiente a nuestro mes moderno, era un excelente momento para cosechar la miel en las colmenas de las abejas.
En este lapso, que se llamó solsticio de verano –en el que el semieje de la Tierra está más inclinado hacia el Sol– y ocurre en los dos hemisferios, tradicionalmente se recogía la miel, y por eso calzó la expresión luna de miel.
Pero no sólo eso; entre la siembra y las cosechas de los cultivos, las parejas preferían unirse en esta lunación (que cae alrededor del solsticio de verano), por lo que la tradición escogió este mes –junio– para las uniones matrimoniales. Además, luna hace referencia a mes.
Entre los pueblos teutones, existía la antiquísima costumbre de beber hidromiel tanto en el ritual matrimonial como en la primera lunación después del matrimonio, para lograr la bendición de los dioses. Según ellos, el hidromiel es el único alimento de Odín, padre de las divinidades. Estos antiguos pueblos celebraban la unión nupcial sólo en la luna llena del solsticio de verano.
Una historia más antigua todavía nos ilumina algo: en Babilonia, hace más de 4.000 años, el padre de la novia debía darle al novio toda la cerveza de miel que pudiese beber durante un mes –es decir, una luna–.
Otra tradición, esta vez romana, más reciente, nos dice que era la madre de la novia quien dejaba en el aposento nupcial una vasija de miel para los recién casados, durante todo un mes, o una luna.
Pero la expresión como tal, para referirse a lo que hoy conocemos como luna de miel, proviene del siglo XVI y de los escandinavos, quienes se referían a esta “luna” como el primer mes después de la unión. Y del mismo modo que los teutones, bebían hidromiel para favorecer y aumentar la fertilidad.
Para la región septentrional de Europa, la luna de miel era un período en el que los novios se aislaban de los demás.
Hoy en día casi no se conoce el origen de esta expresión tan cotidiana y normal, y por supuesto, las lunas de miel actuales no duran un mes (salvo para las parejas privilegiadas que pueden darse el lujo de viajar durante ese tiempo); también alude al tiempo de enamoramiento en una pareja, antes de que la normalidad irrumpa en sus vidas.
¿Has tenido alguna vez una luna de miel? Y para que sepas el origen de otras expresiones, lee de dónde proviene «echar un polvo«, o por qué se asocia la cigüeña a los bebés.