Inventamos períodos y divisiones cronológicas en un intento de comprender cómo llegamos aquí, en términos geológicos, ecológicos o históricos, por eso tenemos palabras como precámbrico, cenozoico, cuaternario u holoceno, como hasta hace poco definíamos el período en que actualmente vivimos, aunque cada vez haya más estudiosos e investigadores insistiendo en que ya se trata de un nuevo período al que han bautizado como antropoceno.
La Tierra ha entrado en una NUEVA fase: el Antropoceno
Actualmente, de acuerdo con muchísimos académicos y la mayoría de los libros de texto del planeta que hablan de los tiempos geológicos, nos encontramos en el holoceno, un período perteneciente al cuaternario que comenzó hace 11.700 años, cuando los glaciares comenzaron a retirarse y la Tierra comenzó un proceso de calentamiento que se ha agudizado en el último siglo, gracias a la actividad de una especie en particular, a la que tenemos el “gusto” de pertenecer.
La intervención humana ha sido de tal magnitud que cada vez son más los especialistas de distintas disciplinas científicas que opinan que nos encontramos en una nueva época geológica, y que han bautizado como antropoceno.
De hecho, existe un Grupo de Trabajo del Antropoceno (GTA), conformado por 37 miembros, que está proponiendo el año 1950 como la fecha de inicio de este período, debido a que fue la década en que se iniciaron los experimentos nucleares en la atmósfera, dejando una marca indeleble en el planeta de nuestra presencia. Sin embargo, se trata de un debate que no ha concluido del todo, aunque ya nadie dude de la marca imborrable de la presencia humana en el planeta.
Veamos las otras fechas propuestas por geólogos, ecólogos e historiadores. Algunos proponen como fecha de inicio del antropoceno hace unos 7.000 años, cuando en diversas partes del mundo surgieron la agricultura y la ganadería, contribuyendo desde entonces al aumento progresivo de la temperatura. Otras fechas postuladas serían las del descubrimiento de América, o la del comienzo de la Revolución Industrial, en el siglo XVIII. Pero el consenso es más fuerte en torno al siglo XX, por el incremento de la temperatura global debido a la quema de combustibles fósiles, la masificación del plástico a niveles casi extraplanetarios, la drástica modificación de la superficie planetaria debido a la actividad agropecuaria e industrial, el sobrepoblamiento y la masiva extinción de especies gracias a la actividad humana.
El punto cero que daría inicio a la época de los humanos, propuesto por 30 de los 37 miembros del GTA a la Academia Internacional de Ciencias de la Geología, sería 1950, por ser el año de las pruebas atómicas y en el que la lluvia radioactiva causada por plutonio (un material creado por el ser humano a partir del uranio), marcó las capas geológicas de la Tierra.
La etimología no puede ser más obvia: anthropos, “hombre”, y cenes, “reciente”. Esta “Edad del Ser Humano”, sería más que una era –como algunos períodos humanos, como el paleolítico, o la era moderna–, pero menos que un período (como el Cuaternario): sería una época.
Puede parecer un tema de especialistas, pero la aceptación por consenso del antropoceno podría tener implicaciones que irían más allá de los congresos científicos y de los libros de texto. Por ejemplo, en el marco legal podría afectar diversos acuerdos internacionales relacionados con el manejo de los mares y territorios costeros, o en la manipulación de los gases de efecto invernadero.
Sin embargo, no todos los expertos están de acuerdo con esta figura, como puede observarse en esta declaración de la experta en estratigrafía, Withney J. Autin:
“El término Antropoceno está más cerca de la cultura pop que de la ciencia. La cuestión crucial es especificar exactamente cuándo los seres humanos comenzaron a dejar su huella en el planeta: La era atómica, por ejemplo, ha dejado rastros de radiación en los suelos de todo el mundo, mientras que a mayor profundidad en los estratos de roca, la firma de la agricultura en Europa puede detectarse ya en el año 900. El Antropoceno es una expresión que llama la atención, pero desde lo geológico, necesita de hechos reales que se ajusten al código actual”.
Más allá del debate científico y de los términos, lo cierto es que, para bien o para mal, hemos dejado nuestra huella en la geología del planeta. Roguemos porque no se convierta en nuestra lápida.
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