Fieles a nuestro gusto por la historia, hoy queremos indagar un poco en el origen de un alimento harto utilizado en las cocinas de casi todo el mundo. Claro, nos referimos al yogur. Te invitamos a que conozcas algo más de esta súper nutritiva y deliciosa comida, cuyos orígenes se pierden en los albores de la civilización humana.
El yogur y su origen desértico
Imagínate la escena: una larga fila de gente caminando a través del desierto, hace unos 5.000 o 6.000 años. Consigo llevan sus cabras, sus camellos y demás animales, lo cual forma un grupo muy curioso si lo mirásemos desde lejos. Hombres, mujeres y niños de todas las edades sobre camellos que caminan lenta y pesadamente bajo un sol calcinante.
Pero allá, a lo lejos, se ve la mancha del oasis y el corazón se les alegra, pues en poco tiempo estarán descansando bajo las frescas sombras de las palmas datileras, bebiendo agua y reponiendo las fuerzas.
Los camellos llevan las cargas de sus avíos, ropas, telas, carnes secas, y bolsas de piel de cabra, obtenidas con sus estómagos, llenas de leche fresca recién ordeñada por la mañana.
Al cabo de las horas, cuando llegan y se disponen las tiendas, las mujeres van preparando los alimentos para calmar el hambre de todos.
No se les acaba nunca la sorpresa al advertir que la leche, líquida en la mañana, ahora está coagulada y pastosa, y tiene sabor ácido. Cada mañana llenan de nuevo con leche fresca de camella las bolsas de piel de cabra, que por contener residuos de la pasta precedente, transforma otra vez la leche líquida, ayudada por el calor de la bolsa y del ambiente.
Imaginamos lo valiente que fue el primero en probar aquello, y que se dio cuenta de lo rico que era.
Sin duda, esta escena puede atribuírsele a muchos pueblos, entre ellos, a los tracios, que vivían en lo que hoy es Bulgaria, hacia el 6000 o 7000 a.C.
Pero la tradición, y las pruebas, ubican el origen de esta leche fermentada en Turquía, aunque también en los Balcanes o Asia Central. Y hay hasta quienes sugieren Sumeria, la actual Irak.
La palabra yogur viene del vocablo turco yoğurt, que a su vez proviene del verbo yoğurmak, “amasar”. Estos antiguos nómadas conocían las bondades de este primitivo y espontáneo yogur, y los tracios ya sabían fermentar la leche para obtener queso y, claro, yogur.
En Turquía, desde tiempos inubicables, hervían la leche durante un buen tiempo en recipientes descubiertos, la dejaban entibiar y le agregaban una porción de un yogur anterior, con lo cual esperaban a que enfriara; así obtenían este manjar que les beneficiaba la salud.
Leche de…
Obviamente, utilizaban la leche de diversos mamíferos. Originalmente fue de la hembra del camello, de yegua, de cabra, de oveja. La consistencia y el sabor dependían mucho del animal y de la calidad de su leche. Nos imaginamos que poco a poco el gusto fue descartando algunas especies, y así quedaron las cabras y las ovejas, aunque las yeguas siguieron siendo bastante utilizadas.
En la India, como ya comentamos en otro artículo, las vacas fueron nombradas animales sagrados, pero eso no significó que no fuesen usadas de otras maneras.
De hecho, en India se consume muchísimo yogur de leche de vaca.
Descubrimiento científico
Como casi todos los descubrimientos, las propiedades del yogur fueron advertidas por casualidad. Un microbiólogo de origen ruso ucraniano, el doctor Elías Metchnikoff, formuló su famosa teoría de la “fagocitosis de la inmunidad”, que explica la capacidad del cuerpo humano para combatir las enfermedades infecciosas, que le valió el premio Nobel en 1908. Para ello, estudiaba las bacterias y los efectos de los fermentos lácteos en el intestino.
Tuvo conocimiento de que en determinados pueblos del Cáucaso sus habitantes vivían más, y comenzó a estudiar la dieta que estas personas ingerían. Se dio cuenta de la presencia inequívoca del yogur y asumió que debido a él eran más longevos.
Hoy sabemos que el yogur no alarga la vida especialmente, sino que mantiene la salud intestinal.
Las bacterias presentes en el yogur son el Lactobacillus bulgaricus y el Streptococcus termophilus o Lactobacillus acidophilus. Gracias a Metchnikoff, a comienzos del siglo XX, el resto del mundo conoció el poder nutritivo y curativo del yogur.
Hoy en día hay yogures para todos los gustos, pero para obtener todos sus beneficios, debes asegurarte que el yogur que tomas tiene cultivos bacterianos activos. De lo contrario, sólo estarás tomando leche espesa azucarada.
Si lo prefieres puedes prepararlo tú misma/o, con el famoso kéfir, o hirviendo leche y agregándole un yogur firme, exactamente igual que lo hacían en Turquía hace miles de años.
Y a ti, ¿te gusta el yogur? ¿Sabes que hay un tipo que se hace con flora vaginal?