Aunque el nombre de la escultora Camille Claudel siempre ha estado ligado al de Auguste Rodin, parece ser que es una de las mujeres artistas olvidadas en la historia del arte. No obstante, como parte de nuestro especial sobre las mujeres históricas, en Supercurioso creemos que es el momento de hablar de Camille Claudel, una mujer que además de ser escultora hizo grandes piezas. ¿Quieres conocer las obras de Camille Claudel y su historia? ¡Genial, acompáñanos! Estamos seguros de que lo disfrutarás. 😉
La vida y obra de la escultora Camille Claudel
Primero que todo, debemos decir que Camille fue una de esas mujeres dignas de admirar; ella sacó la fuerza de su interior para enfrentarse a la cólera y la desaprobación de su familia, a la negativa de Rodin a casarse con ella y al rechazo de su obra por parte de algunos ministros importantes que no gustaron de su trabajo.
Camille Claudel es una escultora que revolucionó los parámetros del arte con sus obras; sus esculturas suelen desprender una sensualidad y un amor por el cuerpo que por esas épocas no estaba bien vista. Ella, como muchas otras mujeres artistas de la historia, tan solo mostraba sus sentires con respecto al cuerpo y la pasión. Y pese a que un gran número de las obras de Camille Claudel han sido destruidas o extraviadas, lo cierto es que aún quedan las suficientes para permitirnos descubrir toda la esencia de su personalidad.
1. El origen de una historia
La escultora Camille Claudel nació el 8 de diciembre de 1864 en un pueblo de Champagne, en Francia. Los habitantes de la región eran trabajadores y muy conservadores, deseosos de llevar una vida honesta, bajo la mirada y la aprobación de toda la sociedad, pero Camille Claudel llegó a este mundo para romper con todas estas concepciones. Sus padres, Louis Prosper y Louise Anthanaïse, la criaron bajo normas religiosas que posteriormente llevó a la escultora a tener una relación familiar muy tensa y pesada, especialmente con su madre.
Este mundo lleno de rencores, chismes y malos entendidos desapareció casi inmediatamente cuando ella tocó la arcilla, jamás volvería a ser Camille Claudel a secas, de ahí en adelante, se haría llamar la escultora Camille Claudel. A partir de ese momento, la artista convenció (algunas veces a las malas) a amigos y familiares que compartieran su gusto por la arcilla, pero con el paso del tiempo, muchos de ellos desistieron y desaparecían una vez la veían llegar.
Cansada de esa situación, se traslada a Nogent-sur-Siene, a 100 kilómetros de París. Para ese entonces, su talento para el dibujo ya había sido reconocido por sus profesores de arte; sin embargo, no contenta con ello, decidió estudiar de forma independiente. En Nogent, la escultora Camille Claudel realiza un gran avance en sus obras; su trabajo artístico floreció bajo la dirección de Monsieur Colin, empleado por sus padres para supervisar su educación.
2. París, la ciudad del amor y el arte
En 1881, a los 17 años, la escultora Camille Claudel tendría su primera experiencia parisina; tras la trágica guerra de 1870, en la que Francia fue duramente derrotada por Prusia. La capital sufrió el más terrible asedio de su historia. Se trata de un periodo de fervor patriótico en la que los artistas instalan estudios en todas las calles de la orilla derecha y es justo en este momento que Camille tiene la oportunidad de esculpir directamente del desnudo natural; cosa que anteriormente era inimaginable.
La vida de la escultora Camille Claudel no estaría completa si no habláramos de un escultor mundialmente famoso: Rodin. Fue a finales de 1882 que este famoso escultor entraría por primera vez al taller de la calle Notre Dame des Champs. Allí descubrió que había varias mujeres trabajando intensamente y proyectando distintos momentos de ejecución de esculturas. En ese momento, se encontraban tres obras expuestas de Camille Claudel en la sala, por las que claramente Rodin quedó extasiado.
Antes de continuar, es necesario aclarar una cosa: el medio donde se desarrolló la escultora Camille Claudel no fue fácil, para esa época ser escultor significaba respirar polvo y suciedad, dedicarse a las arduas tareas de transportar agua, construir armazones, sumergirse en la arcilla y limpiar al final de la jornada. Por otro lado, las recompensas económicas rara vez eran buenas y el dilema de ser mujer en un mundo de hombres era complicado, siempre se veía obstaculizada por la ropa ajustada de la época y si una mujer quería utilizar pantalón, primero debía solicitar un permiso del prefecto de policía.
Con esto en mente ahora si centrémonos en los protagonistas de El beso: Camille y Auguste. Rodin, observando el talento y la dedicación de Camille, la elevó a la categoría de aprendiz en su taller en 1884. En esa época, varios artistas trabajaban para él, pero ninguno de ellos alcanzó el estatus que le dio a la escultora. Por aquel entonces, Rodin trabajaba en La puerta del Infierno, una puerta decorativa que además es una de las grandes obras de arte con mensajes ocultos; uno de ellos es que muy posiblemente Camille Claudel posara para varias de las estatuas que adornan la obra.
3. Amor y odio entre escultores
Todas las personas inmersas en el mundo de la historia del arte saben que entre Camille Claudel y Auguste Rodin hubo un romance de décadas. Realmente, no se sabe cuándo se hicieron amantes, pues Rodin tenía fama de mujeriego; un hombre que durante mucho tiempo vivió con una de sus modelos, Rose Beuret, con la que se casó unos años antes de su muerte en 1917. A ella, parece, no le importaba que Rodin tuviera otras amantes y, de hecho, Rose y Camille tuvieron una excelente relación. Cuando el escultor la hizo su protegida y amante, tuvieron que tener cuidado de que la madre de Camille jamás se diera cuenta de ello.
Durante el período comprendido entre 1884 y 1888, Camille disfrutó plenamente de la rica vida bohemia de la comunidad artística parisina. Cuando no trabajaba en el estudio, recorría las calles de París, disfrutando del Louvre, el Palacio de Luxemburgo y Versalles. Por la tarde, se relajaba tomando té y fumando cigarrillos, una actividad femenina muy popular en la época. Las influencias recíprocas entre Rodin y la escultora Camille Claudel fueron objeto de numerosos debates. Rodin siempre enseñaba a sus alumnos la creación de las manos y los pies porque, según él, era de ellos de donde emanaba el movimiento de una obra. Todo parecía color rosa, pero lo cierto es que no fue así durante mucho tiempo…
Crearon un taller propio a las afueras de París y allí se encerraron para vivir en común y para trabajar. Una de las obras más famosas y polémicas que demostró la pasión de ambos artistas fue una de las esculturas más bellas del mundo: El beso. Pero las obras de Camille Claudel tampoco se quedaron atrás. En ellas siempre estaba inscrita la pasión y el erotismo.
Su relación fue tan intensa como tortuosa. Todo París estaba escandalizado por aquella aventura, hasta el punto, que surgieron los pleitos y los ataques al trabajo de ambos. Llegó el momento en que se le pidió a Auguste Rodin que, simplemente, eligiera a su amante, o a Rose. Debía de una vez por todas tomar una decisión legal que le aportara una imagen más aceptable ante el país.
¿Y qué hizo el maestro Auguste Rodin? Elegir a su mujer. Así pues, la escultora Camille Claudel no tuvo más opción que irse del taller que ambos tenían a las afueras de París, no sin antes abortar el hijo que llevaba en su interior del hombre que la abandonó.
4. Vejez y muerte
Tras aquella tragedia personal, llegó la obsesión. Jamás pudo olvidar a Rodin, todas sus obras giraban sobre el mismo eje y la misma pasión. Se decía que sus esculturas tenían los pies y las manos del viejo maestro y que toda su temática respiraba constantemente el abandono que este le causó. La escultora Camille Claudel terminó sus días en un manicomio donde fue internada en contra de su voluntad por su hermano y su madre. Dejó los cinceles y el dibujo, dejándole solo con el silencio de su propia locura…
Falleció un 19 de octubre de 1943, inmersa en su soledad y rechazada por todo el mundo, nadie como ella reflejó en la escultura el sufrimiento del interior y el mundo se lo agradeció dejándola en el olvido y enterrada en una fosa común.
Como puedes darte cuenta, la vida de las mujeres que han hecho historia casi nunca es sencilla, esta artista es gran ejemplo de ello. En épocas anteriores pasamos de las grandes mujeres artistas, pero ahora, es momento de reivindicarlas y cambiar el pensamiento de los «maestros de la historia del arte» que, en muchos casos, ganaron fama y reputación a costa de sus modelos, compañeras y aprendices.