En el año 64 de nuestra era, es decir, después de Cristo, Roma, la capital del imperio más grande del mundo, sufriría una de las peores tragedias de toda su historia: durante al menos 5 días las llamas se propagarían por toda la ciudad, destruyendo en su totalidad al menos 4 corregimientos importantes, y causando grandes daños en otros 7. Por suerte, para entonces, el incendio no tocó el Coliseo Romano, una de las siete maravillas modernas, principalmente porque para entonces todavía no existía. Cuando lograron apagarse las llamas, se vio el desolador resultado: solo cenizas en un ambiente lúgubre, triste, igual había ardido los jardines de los ricos que los harapos de los pobres, igual se habían derrumbado las casas de aquellos que las viviendas de estos, y todo aquello debía tener un culpable. ¿Quién era el responsable del incendio de Roma? ¿Quién el responsable de que todo lo que se tenía se hubiese convertido en cenizas? «¡Nerón incendió Roma!», gritaron algunos, con una voz que resuena hasta nuestros días.
Pero, ¿en verdad Nerón incendió Roma? ¿Fue este emperador loco capaz de destruir la capital de su imperio? Y, si fue así, como en efecto señalan algunos, e incluso como han mostrado algunas películas y obras, ¿por qué lo hizo? Pues en Supercurioso estuvimos investigando un poco al respecto, con el objetivo de aclarar la mayor cantidad de dudas posibles, y luego de una gran búsqueda decidimos hacer este artículo para aclarar todos las dudas acerca del incendio de Roma, y de la responsabilidad de uno de los tiranos más excéntricos del Imperio Romano, Nerón.
¿Nerón Incendió roma?
1. El Incendio de Roma
Corría el año 64 de nuestra época. No 1964, ni 1764, ni siquiera el 164, sino el 64, a secas, el mundo, tal y como lo conocemos, estaba en pañales, al menos en cuanto a lo humano se refiere, y, sin embargo, ya tenía un centro cultural y político: el gran Imperio Romano, el mismo que había condenado a Cristo, el que había destronado a los griegos y a su filosofía, el que había colonizado pueblos a diestra y siniestra garantizando su estabilidad donde fuera, siempre asimilando su propia lectura del mundo a la de estas nuevas colonias, y viceversa.
Entonces se creerían los hombres en la cima del mundo, como en efecto nos sentimos nosotros ahora. No habría mayor diferencia en eso. Sin embargo, la Roma de entonces sí se diferenciaba mucho de la que conocemos ahora, y es que antes de julio de aquel año Roma era una, y después de julio fue otra, primero una echa de cenizas, pero luego la ciudad que se erigió sobre las cenizas del incendio de Roma.
Las calles de aquella Roma no eran las que conocemos entonces, sino las de una capital en constante remodelación y con un movimiento desenfrenado y absurdo: vías estrechas llenas de vendedores, revendedores, viviendas, kioscos y un sinfín de cosas y personas, razón por la cual el del 64 no fue el primer incendio de Roma, pero, por su magnitud, sí fue el más importante. En todo caso, mucho antes de Nerón varios emperadores habían intentado combatir estos hechos, pero sobre ninguno de los anteriores se dijo como sobre este: «¡Nerón incendió Roma!».
Lo que se sabe de este incendio es que o bien la noche del 18 de julio, ya casi llegada la madrugada del 19, o la noche del 19, el incendio comenzó, aparentemente cerca del palacio de Nerón, y desde entonces no pudieron ser frenadas sino hasta 5 días después (otros autores defienden que duró hasta 7 días), cuando ya más de la mitad de la ciudad estaba debastada. 4 de los 14 distritos de la ciudad quedaron hechos cenizas, y al menos otros 7 sufrieron daños importantes.
Para su suerte o desgracia, aquella noche Nerón no se encontraba en su palacio, sino en la residencia del emperador en Antium, a unos 45 kilómetros de la capital. Apenas se enteró del incendio de Roma, salió cabalgando directo a la capital, solo para encontrarse con una ciudad en llamas. A partir de entonces, el emperador se dedicó por entero a paliar el desastre, primero para apagar el incendio, pero luego incluso para resarcir los daños, hasta el punto de llegar a albergar a cientos de personas afectadas por el incendio de Roma en su palacio personal, y, además, ordenó distintas ceremonias y rituales para congraciar a los dioses, para que el pueblo se sintiera más tranquilo. Pero, entonces, ¿por qué se dice que Nerón incendió Roma? Vamos a verlo.
2. Nerón, un emperador no muy amado
La verdad es que, aunque la historia ha visto en él a un emperador más sensato que otros, Nerón no fue un gobernante demasiado amado. De hecho, en Supercurioso ya te hemos hablado de él en artículos como Nerón y Calígula y Nerón, un villano con muchas luces, en los que intentamos explicar este contraste entre gobernante cruel y hábil regidor. No obstante, diremos, pues, que Nerón, como cualquier mandatario, tenía sus enemigos, y los de él estaban principalmente en el senado romano, la mayor fuerza política del imperio después del emperador.
Si vemos las cosas en perspectiva nos será fácil ver por qué se dijo que Nerón incendió Roma. El emperador, como es natural en estos casos, tenía enemigos. Entre ellos, los aristocráticos de la ciudad, que comúnmente vemos, tanto en la actualidad como en la historia, amañados siempre con las fuerzas políticas, sean de oposición o de goberino, y, en el caso que nos compete, con el senado. Fueron estos, pues, según señalan las investigaciones recientes, quienes primero soltaron el alarido: «Nerón incendió Roma», y detrás vinieron otros que repitieron el grito.
Claro que estas acusaciones no vinieron sin fundamento, quienes dijeron que Nerón incendió Roma señalaron, además, que este lo había hecho por la ambición de querer tener una ciudad preciosa, de ser el emperador que la había reconstruído y demás algarabías. Tanto así que Suetonio, un historiador romano, llegó a afirmar: «Nerón afirmó que las casas viejas y feas, así como las angostas y tortuosas calles, constituían una ofensa para su vista y seguidamente mandó prender fuego a la ciudad», cuestión que escribió dos décadas después del incendio de Roma.
Por desgracia para Nerón, la historia, que no siempre la escriben los emperadores, acogió con gusto esta versión, que se popularizó hasta el punto de que Nerón es retratado en la cultura popular como un emperador que canta y recita versos mientras las llamas consumen la capital del imperio.
3. Un mito desmentido por la historia
Sin embargo, recientemente varios historiadores han desmentido este mito. El incendio de Roma no lo causó Nerón, afirman, y presentan varias pruebas para ello: en primer lugar, Nerón no se encontraba en la ciudad, cuestión que no es suficiente para desmentir el hecho, pues, siendo emperador, fácilmente pudo haber mandado a sus lacayos a hacer el trabajo sucio, ¿no? Sin embargo, esta versión también queda desmentida por otro hecho: la mayoría de las pertenencias de Nerón se quemaron durante el incendio. Si este hubiese querido incendiar la ciudad, ¿no habría tenido al menos la precaución de sacar sus cosas?
Ah, pero se trataba de un emperador, ¿qué son unas cuantas cosas para alguien que lo posee todo? ¿No puede, por tanto, volver a adquirirlas? ¿No podía, como en efecto lo hizo, volver a erigir un palacio, mejor y más grande que el anterior? Sí, todas estas son objeciones válidas, piensan los historiadores y, sin embargo, insuficientes. ¿Por qué? Pues por dos motivos esenciales: en primer lugar, porque los registros de las obras de Nerón muestran un esfuerzo constante por mejorar la ciudad, con múltiples instalaciones nuevas, cosa que no hubiese hecho un emperador que planea quemarlo todo. Pero, sobre todo, porque Nerón era un gran amante del arte y, entre las pertenencias de Nerón en Roma habían muchas grandes obras de arte que fueron consumidas por el fuego. Y el arte, amigos míos, es una cuestión que no se recupera. Se puede, eso sí, volver a levantar una pared, más grande y más resistente, pero volver a pintar una gran obra…, eso sí que no.
Son estos los detalles que hacen pensar a los historiadores actuales que Nerón no solo no tuvo nada que ver con el incendio de Roma, sino que además el emperador hizo todo lo posible por combatirlo y, además, todo lo posible por mitigar los daños que había causado, ofreciéndole ayudas a los ciudadanos de la capital para que pudieran reconstruir sus casas y reconstruyendo la ciudad casi por entero, piedra a piedra, y con un mejor diseño y cuidados para que no fuera a ser devorada por las llamas nunca más. Pero, entonces, ¿quién incendió Roma?
4. ¿Quién incendió Roma?
Para Tácito, el historiador de la época que retrató el hecho con mayor fidelidad (hasta donde sabemos), no había duda alguna: el incendio de Roma había sido provocado. ¿Por Nerón? No necesariamente, Tácito nunca se atrevió a afirmarlo. Pero, ¿por qué este historiador se empeñaba en que había sido provocado? Por un simple hecho: según cuenta Tácito, él mismo vio cómo las llamas avanzaban, incluso en dirección opuesta al viento, cuestión que era para él una evidencia clara de que aquello no había sido un accidente. Sin embargo, hoy en día los expertos afirman que el hecho de que las llamas vayan contra el viento no significa que este haya sido provocado, sino que las llamas, cuando son muy fuertes, consumen rápidamente todo el oxígeno a su alrededor y se pueden mover en todas direcciones, incluso contra el viento, buscando más.
Es a esto a lo que se aferran varios historiadores para explicar que se pudo haber tratado de un simple accidente, después de todo, como explicamos más arriba, este no era el primer incendio que acaecía en la ciudad, aunque fue el de mayor magnitud. Sin embargo, también queda en pie otra tesis: el incendio de Roma fue provocado por los cristianos. De hecho, esto fue lo que afirmó el propio Nerón, aunque muchos lo vieran más bien como una acusación fatua, que lanzaba nada más para exculparse a sí mismo.
Sin embargo, esta tesis no ha sido descartada por completo. De hecho, Gerhard Baudy, quien investigó profundamente el tema, llegó a afirmar que fueron los cristianos exaltados los que incendiaron Roma ya que unos días antes se había extendido una profecía apocalíptica que predecía la caída de Roma a través de Cristo, revelado en el fuego Sirio.
Sin embargo, por más que se revisan los documentos históricos, los estudiosos en la materia no parecen encontrar nada que resulte una prueba definitiva acerca de la causa del incendio de Roma, con lo cual lo único que parece quedar claro es que no fue Nerón. ¿Fue un simple accidente o fueron los cristianos acaso? O, pudiera ser también, ¿sería algún aristócrata, o varios, intentando malponer al emperador? Quizá no lo sepamos nunca.
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