Hay algo que se repite como una constante entre los hombres y mujeres que han marcado la historia de la humanidad, pasando a ser recordados como genios. Todos tienen algo especial, estrafalario o único en su comportamiento. Basta con recordar el intenso afán de Pablo Picasso por sus amantes, o la obsesión de Frida Khalo por autorretratarse. Pero, en el caso de Leonado Da Vinci, uno de los humanistas más destacados de todos los tiempos, las particularidades sobran. Pintor, anatomista, artista, botánico, científico, paleontólogo, escultor, escritor, ingeniero, músico y poeta… el carácter polifacético del genio florentino se deja ver en sus pinturas, en sus inventos y en todas las áreas del saber en las que manifestó su interés. Pero hay una faceta particular de su vida que no todos conocen, y es que Leonardo Da Vinci era vegetariano, y además de ello, un gran chef. Acompáñanos en Supercurioso a conocer todo sobre la dieta del padre del Renacimiento.
Leonardo Da Vinci era vegetariano, ¿Por qué?
Seguro te será fácil asociar el nombre del florentino más universal a sus grandes obras: La Mona Lisa, La Última Cena o El Hombre de Vitrubio. Pero… ¿Habías escuchado alguna vez que Leonardo Da Vinci era vegetariano? Pues, no solo eso, sino que también se destacaba como un auténtico maestro culinario. Habiendo pasado su infancia en la Toscana italiana más rural, Leonardo tuvo contacto directo con los entornos silvestres y, de esa forma, aprendió a valorar y amar a la naturaleza. Se fascinaba por las propiedades del agua y del aire, así como del mecanismo con el que las aves volaban.
Este amor por el mundo natural le llevó a desarrollar una gran empatía hacia todas las formas de vida. Comprendió que las plantas, a pesar de ser seres vivos, eran inmunes al dolor. No es así con los animales, que padecen un crudo sufrimiento para convertirse en el alimento de las personas. A pesar de incluir la carne en su lista de compras, para que la comiesen sus empleados, él decidió no comerla. Simplemente, no deseaba tener que lastimar o quitarle la vida a otro ser, para poder alimentarse. Incluso, al respecto, decía «¿Acaso no produce la naturaleza suficientes alimentos simples para saciarte? Y, si no te contentas con los simples, ¿no puedes combinarlos para formar infinidad de compuestos?».
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En efecto, Leonardo Da Vinci era vegetariano por una decisión, por una ideología en la que imperaba la empatía y el valor dado a la vida de otros seres. Era extremadamente sensible al dolor ajeno, y sus biógrafos cuentan que incluso sus amigos cercanos bromeaban diciendo que Da Vinci no era capaz de matar a una pulga. Se alimentaba entonces de legumbres, verduras, cereales, frutas y frutos secos. También sumaba ocasionalmente anguilas y algunos otros pescados. Aunque él la calificaba como simple, para las costumbres de la época resultaba una alimentación bastante extraña. Eran las carnes de res, de cerdo y ave y los embutidos, el principal manjar con el que se deleitaban los nobles de la época.
Tan sólida era su convicción de asumir una dieta vegetariana como forma de vida, que cuando fueron hallados sus célebres cuadernos, en los que había anotaciones, dibujos, planos de robots y bocetos de obras, también se hacía en ellos referencia a que Leonardo Da Vinci era vegetariano. En uno de sus pasajes, hace una crítica directa al hecho de comer carne, con la siguiente frase: «Si eres, como has escrito, el rey de los animales, ¿Por qué no ayudas a los otros animales, salvo para que puedan darte a sus crías en beneficio de tu glotonería?».
Su trayectoria como cocinero
El hecho de que Leonardo Da Vinci era vegetariano le abrió un nuevo campo de posibilidades. Y es que el maestro tenía la creación como norte, y la hacía extensiva a todos los campos de su interés. Da Vinci se dio a la tarea de experimentar en la cocina, haciendo mano de los más variados ingredientes vegetales. Su cocina era atípica y revolucionaria. Contrario a la costumbre de la época, en la que se preferían enormes platos con carne, huesos de vaca y embutidos, Leonardo apostaba a las raciones pequeñas. Reducidos platos de verduras presentados de forma delicada. Cuando los comensales se quejaban por el tamaño de la porción, añadía hojas de albahaca para producir saciedad.
Durante sus años de juventud, en los que Leonardo Da Vinci era vegetariano ya, fue jefe de cocina en la taberna florentina Los Tres Caracoles. Más adelante fue maestro de festejos y banquetes de Ludovico el Moro, señor de Milán. Justo en esta época, y trabajando en el banquete de una sobrina de los duques de Sforza, Da Vinci diseñó un menú bastante particular: una anchoa sobre una rebanada de nabo tallada, otra anchoa enroscada en un brote de coliflor, una zanahoria tallada, el corazón de un alcaucil, dos mitades de pepino sobre una hoja de lechuga. Su jefe, Ludovico el Moro, rechazó la propuesta y la sustituyó por patas de cerdo rellenas, salchichas de sesos de cerdo, pavos reales, capones, terneras, cisnes y gansos.
Más allá de aquellas diferencias, Da Vinci destacó en el mundo de la gastronomía, al punto de servir con sus preparaciones a varios nobles de la época. Pero sus requisitos para entrar a una cocina no eran precisamente modestos. Para cocinar, Leonardo exigía una fuente de fuego constante y una provisión permanente de agua hirviendo. Exigía además absoluta limpieza del suelo y acceso a aparatos para limpiar, rebanar, moler, cortar y pelar. Además, pedía que fueran contratados músicos, que tocaran mientras él y sus hombres se dedicaban a los fogones.
Los inventos gastronómicos de Leonardo Da Vinci
El hecho de que Leonardo Da Vinci era vegetariano y un apasionado chef, dejó un significativo legado a la gastronomía. Muchos de los inventos que el genio ideó para hacer más eficiente su labor frente a los fogones, son precursores de los electrodomésticos modernos. Su intención era simple: hacer más fáciles y rápidas las tareas rutinarias en la cocina. Incluso otros inventos se mantienen de forma similar a como fueron creados por él.
Entre ellos destaca la servilleta, una de las creaciones con la que Da Vinci logró cambiar el mundo de la gastronomía. Lo usual en la época era que los comensales de la realeza se limpiaran las manos llenas de grasa en los lomos de unos conejos, que eran atados a las patas de las mesas. Por otra parte, los cuchillos sucios eran limpiados en los faldones de sus vecinos más próximos. Al ver esto como un asunto desagradable, Da Vinci ideó el concepto de un trozo de tela con el que los invitados pudieran limpiar sus manos y cubiertos. También experimentó con el plegado de la servilleta, dando con formas de pájaros, de flores e incluso de palacios.
Y aunque Leonardo Da Vinci era vegetariano, también se le atribuye un invento que agradecen los amantes de la carne: el tenedor de tres puntas. Para triturar el ajo y el perejil, creó un prensador de ajos que se sigue usando en las cocinas italianas con el nombre de el Leonardo. En cuanto al asado, evitó que los empleados de la cocina tuviesen que pasar largas horas vigilando la cocción de los alimentos, creando un asador automático.
Se suma a su inventiva una rebanadora de pan accionada con aire, que lograba cortar perfectas rebanadas y envasarlas en largas cañas. Algo similar a los paquetes de pan de sándwich de la modernidad. Para los zurdos como él, creo un sacacorchos especial, y además trabajó en la forma de cerrar las botellas con tapones de corcho, costumbre que se mantiene hasta nuestros días, y que sustituyó a los antiguos tapones de cera. Y para hacer más agradables las labores en la cocina, rociaba con pimienta todo el espacio para ahuyentar a las moscas, y también ideó un sistema para mantener bajo control los olores desagradables.
Los platos favoritos de su dieta
Como bien hemos dicho, Leonardo Da Vinci era vegetariano por ideología y convicción. Por un profundo amor y respeto a la naturaleza y todas sus formas de vida. Pero también encontraba gran disfrute en su forma de alimentarse, como una forma de cuidar su cuerpo y su salud. Recomendaba en este sentido que no había que comer a menos que se tuviese apetito, que las cenas debían ser ligeras y que debían ingerirse alimentos sencillos, bien cocinados, y masticarlos bien.
Entre sus platos favoritos se destacaba la simpleza. Se cree que comía por ejemplo, brotes de coliflor hervidos en una pequeña cantidad, y acompañados de un montoncito de huevas de esturión. También sumaba a los favoritos de su menú, una cebolla hervida sobre una rodaja de queso. Espinacas hervidas acompañadas de huevos y mozzarella eran otro de sus platos. Y por último entre los favoritos, se contaban las rodajas de zanahoria cruda con salsa de anchoas.
En resumen, la dieta del maestro se basaba en la simpleza, la practicidad, lo natural y el respeto hacia la vida. Y es que como bien dice una las más célebres frases de Leonardo Da Vinci, «Nuestra vida está hecha por la muerte de otros», y era justo eso lo que él, desde su lugar en el mundo, quiso combatir.