¿Eres de aquellos que cree que todo tiempo pasado fue mejor? ¿Y de los que piensan que te hubiera gustado vivir en otros tiempos, como el renacimiento, el Londres isabelino o durante el apogeo del imperio romano? Hay cierto encanto en la posibilidad de vivir en otra época, pero ese encanto puede basarse en una visión incompleta del pasado, y de no conocer sus aspectos más desagradables y menos difundidos.
He aquí algunos motivos por los que quizás prefieras evitar vivir en otra época.
7 razones por las que no querrás vivir otra época
1. Pompeya
La visión que tenemos de esta ciudad arrasada por el Vesubio el año 79 d.C. es la de un lugar hermoso donde las familias romanas lo pasaban de lo mejor en medio de un paisaje idílico. Las excavaciones dicen otra cosa, al menos en lo referido al manejo de la basura. En todos los rincones de la ciudad se consiguieron cerámicas rotas, desechos orgánicos y de otro tipo, y no tienen que ver con la erupción sino con la vida cotidiana de la ciudad.
Los romanos aparentemente no creían en el manejo de la basura pues ésta no sólo estaba en las calles sino también en el interior de las casas.
2. Y hablando de Roma…
Tampoco lo hubieras pasado bien si hubieras necesitado acudir a un baño público a, digámoslo en latín, defecar. Los hoyos no estaban separados por cubículos, eran abiertos y podía haber hasta cincuenta personas evacuando juntas, seguramente conversando.
Había una esponja común que todos usaban para limpiarse y, debido a las acumulaciones de metano, siempre había la posibilidad de ser sorprendido por una llamarada en plenas nalgas. ¿Puedes imaginar cómo quedarían las togas blancas después de salir de uno de estos baños públicos?
3. … O con los vikingos
Claro, es que los pueblos mediterráneos eran muy relajados, si vas a vivir otra época tal vez preferirías ser un fuerte y feroz guerrero nórdico, de ésos que periódicamente bajaban a asolar el centro y sur de Europa y que llegaron a América antes que Colón, un vikingo.
Suena bien, si no te importa estar lleno de parásitos, como se desprende de estudios y análisis realizados a las heces encontradas cerca de antiguos asentamientos vikingos y que datan del siglo XI. Es probable que el hecho de compartir el espacio con animales domésticos haya favorecido la presencia de parásitos desde la infancia, y la presencia de éstos debe haberse manifestado en pedos sumamente hediondos y en evacuaciones que en muchos casos debieron ser muy dolorosas, y no estamos hablando precisamente de la retirada después de saquear una aldea inglesa.
4. La Inglaterra medieval
Naturalmente, en cuestión de olores los ingleses no tenían mucho que reclamar a los vikingos; tres siglos después, en pleno siglo XIV, las cosas en Londres no olían precisamente bien para sus habitantes: las calles estaban llenas de barro, estiércol de caballo y otros animales, a lo que había que agregar los desechos humanos, excremento y orina que iban directo de las bacinillas a la vía pública. A esto se añadiría que los carniceros mataban el ganado en la ciudad y arrojaban los restos al Támesis, así que el río olía a aguas negras y a carne en descomposición.
En semejantes condiciones no es de extrañar que la ciudad, como otras grandes urbes europeas de su tiempo, haya terminado recibiendo la visita de la peste negra.
5. Renacimiento
Tal vez si deseas vivir en otra época consideres que estamos yendo demasiado atrás, y que el momento sería el Renacimiento, un período luminoso y a la vez sencillo, aunque eso sería relativo y dependería de tu posición en el mundo.
Por ejemplo, si eras un habitante del Nuevo Mundo podrías haber sido también víctima de la viruela, el sarampión y otras enfermedades para las que los americanos no tenían defensa. Por otra parte, aunque todavía está en discusión, es posible que la sífilis haya viajado desde el Nuevo Mundo a Europa, donde se convirtió en el equivalente del Sida, por la rapidez con que se extendió y por su carácter de enfermedad sexual.
6. Los tiempos decimonónicos
¿Sería mejor no alejarse tanto en el tiempo? ¿Quedarse, por ejemplo, con la Europa del siglo XIX? Tal vez no sepas que la gente apenas sonreía para los retratos o para el naciente arte de la fotografía porque las dentaduras de los adultos eran un completo desastre.
Esta situación parece haber cambiado después de la batalla de Waterloo, que no sólo fue una derrota para Napoleón, sino también un triunfo para los dentistas que hacían prótesis dentales y que hicieron uso de dientes humanos provenientes de los muertos no reclamados de la guerra contra Napoleón Bonaparte.
Las prótesis con dientes humanos fueron comunes hasta la invención y difusión de los dientes de porcelana, a partir de 1830.
7. Siglo XVIII
No es fácil vivir en otra época, menos aún si eres apegado a la higiene personal (incluso en el siglo XXI no todos lo son, hay que reconocerlo); piensa por ejemplo en el siglo XVIII y de inmediato te vendrá la imagen de aristócratas en trajes elegantes y con pelucas, moviéndose por lujosos palacios.
La verdad es que el desaseo personal estaba a flor de piel, una mala higiene bucal hacía de la halitosis un mal común, la gente no se bañaba con frecuencia y las necesidades –orinar y defecar– se hacían en cualquier rincón, no sólo de calles o en casas de gente de escasos recursos, sino también en mansiones y palacios.
No hace falta alejarse tanto para notar que nuestros hábitos han cambiado, y ahora vivimos con conductas diferentes respecto a la higiene personal y ciudadana, y protegidos por una civilización que cambia constantemente, convirtiéndonos en verdaderos extraterrestres que serían incapaces de sobrevivir a la civilización humana de 80 años atrás, aunque sigamos escuchando que en el pasado todo era mejor, y que nos encantaría vivir en otra época.
Y para que entiendas un poco mejor, revisa nuestros artículos sobre la higiene en la Edad Media (parte I) y la higiene en la Edad Media (parte II).