Hay realidades en la historia de diferentes sociedades que resultan simple y terriblemente escabrosas. Y es que, como bien se ha dicho, el ser humano es la única especie sobre la tierra que produce daño y dolor en el otro, sin que exista para ello ninguna justificación posible. Ejemplos hay millones. Desde el horror de conflictos bélicos como la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto Judío, hasta la barbarie de la conquista y la esclavitud de seres humanos. Pues, hoy en Supercurioso queremos adentrarnos en la investigación, para hablarte de uno de esos hitos que tiñen de desgracia la historia. Se trata de los horribles zoológicos humanos.
Y es que, aunque suene como parte del guion de una distopía del horror, la realidad es que hubo un tiempo, desgraciadamente y para nuestra vergüenza, no muy lejano, en el que la raza humana hizo de sí misma una penosa exposición. Un episodio negro, lleno de discriminación y de odio racial, que hoy nos animamos a recordar…
Los zoológicos humanos, una oda al horror
Hablar de los zoológicos humanos es tomar un boleto directo hacia lo más oscuro del hombre y sus bajezas. Son ampliamente conocidas las prácticas de las potencias al colonizar territorios: imponerles sus leyes, borrar los idiomas nativos y sustituir dioses y reyes. Pero también, y acaso este aspecto no sea tan conocido, exhibir obscenamente las diferencias genéticas y culturales en infames “exposiciones” o ferias, como las de París, Londres o Nueva York en los siglos XIX y XX, mostrando así un inmenso desprecio hacia lo que se consideraba inferior.
Sí. Apenas en el siglo XX aún existían estos espantosos recintos, en los que personas eran exhibidas al igual que animales de circo. Muchos de ellos eran expuestos en su desnudez, para aumentar aún más la humillación. Pero la existencia de los zoológicos humanos va mucho más atrás en la historia. Veamos algunos de los casos más célebres.
1. Las principales referencias históricas
Ya en nuestra web te contamos en una oportunidad sobre el zoológico de Moctezuma, quizás el primer zoológico humano del que se tenga referencia en la historia. Aquel personaje, el último gran rey azteca, era bastante peculiar y gustaba de llamar la atención. En su momento tuvo la idea de reunir animales extraños de toda Mesoamérica. Pero no se conformó con especies exóticas. Junto a ellos mostraba también a enanos, albinos y jorobados, o personas que tuviesen alguna rareza física digna de ser “expuesta”.
Hay que mencionar el papel de “divertimento”, de entretenimiento público que estas figuras han tenido siempre, y que les impulsaba a hacer estos zoológicos humanos. Incluso, ocurría en tiempos de la antigua Roma y su Circo, lo cual no lo hace menos terrible. Cuando Colón se topó con el Nuevo Mundo, llevó muestras a la corte española de todo lo que allí encontró, desde piedras preciosas hasta personas. Podían verse a indígenas ser arrastrados de un lugar a otro para que los poderosos pudiesen admirar a esos seres extraños, coloridos, de lengua ininteligible y facciones sorpresivamente humanas que habitaban las remotas regiones del fin del mundo.
Pero seamos justos: los Médici, la famosa e influyente familia renacentista italiana, tuvieron una increíble “colección” de animales en el Vaticano, y como Moctezuma, el cardenal Hipólito de Médici aumentó su colección con gente de distintas razas: entre sus “bárbaros” había turcos, tártaros, indios, africanos… Lo cierto es que esto de los zoológicos humanos era una práctica absolutamente racista que llegó incluso hasta la Segunda Guerra Mundial, una fecha peligrosamente cercana. Estas exposiciones coloniales, que llamaban eufemísticamente “exposiciones etnológicas”, llegaron a ser muy populares a partir de 1870 y enfatizaban las diferencias culturales entre las naciones occidentales y las que no lo eran, y por fortuna dejaron de hacerse.
2. Algunos casos de personas recluidas en Zoos humanos
Cuando hablamos de personas que han sido víctimas de los terribles zoológicos humanos, es conocidísimo el caso de Sara Baartman, o Saartjie, la pobre mujer africana que padecía esteatopigia, una condición genética que muchos bosquimanos y hotentotes tenían, y no era más que una enorme acumulación de grasa en las caderas y glúteos. Pero aquello fue suficiente como para llevársela y exhibirla desnuda en Londres y París.
Otro caso tristemente famoso fue el de Ota Benga, un pigmeo de la etnia batwa del Congo, a quien llevaron a la Exposición Universal de St. Louis, EE.UU., en 1904 y fue luego exhibido en el zoológico del Bronx, Nueva York. Lo escalofriante del caso de Ota fue que en el Bronx lo trataron exactamente igual que a un animal. De hecho, estaba enjaulado junto a un orangután amaestrado, y con esto se pretendía demostrar el salto evolutivo del mono al humano.
Por otro lado, el alemán Carl Hagenbeck, propietario de una empresa encargada de suministrar animales salvajes a zoos de todo el mundo, decidió en 1874 ampliar su negocio y comenzar a exhibir a seres humanos, pero en “villas” reconstruidas dentro de su zoológico, el Hamburg Tierpark, mostrando sus objetos y formas de vida “en vivo”. Empezó con samoanos y lapones, y luego miembros de la nación Nuba, esta última súper exitosa que le valió una gira por París, Londres y Berlín. Después prácticamente raptó a gente del pueblo inuit, del asentamiento de Hopedale, para exhibirlos en el zoológico humano. De éstos, Hagenbeck se sentía especialmente orgulloso.
Otro de los pasos populares y adquirió rápida y macabra fama, fue el Jardín de Aclimatación, un zoológico humano manejado por Geoffroy de Saint-Hilaire, que en 1877 organizó dos exposiciones etnológicas: los nuba y los inuit, y luego un grupo de 11 mapuches a quienes secuestró de la zona austral de Chile, que murieron de inanición o enfermedades.
A partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 por la ONU, esta costumbre deja de hacerse por ser una flagrante violación a la dignidad humana, y es cuando se establece que los seres humanos somos iguales –o deberíamos serlo–, sin importar raza, color o credo. Ésa es la parte buena. La mala es que aún quedan países en donde el racismo es la norma usual y cotidiana.
Y tú, ¿Conocías de la existencia de estas espantosas historias de zoológicos humanos? ¿Qué opinas de una práctica tan fuerte como esta? Sin duda que la raza humana ha demostrado con creces, que es capaz de horrores que deberían ser imperdonables. Pero, aun así, suceden. Si te ha interesado este artículo, te invitamos a que disfrutes de este otro en el que te contamos sobre los diez lugares más aterradores del mundo. ¡Sólo aptos para valientes! Y si lo tuyo es el mundo audiovisual, pues disfruta del vídeo que hemos preparado para ti sobre este interesante tema.
Zoológicos humanos en video
¡Nos encontramos en un próximo artículo supercurioso!