Las versiones de la Bella y la Bestia
Cuando hablamos de la Bella y la Bestia en la vida real, nos encontramos con un cuento que tiene muchas, muchísimas variantes y que, además, encierra un mensaje moral universal para todas las generaciones, y eso, es lo único que no ha cambiado.
Algunos expertos nos indican que su origen podría provenir del propio Apuleyo y su obra «El asno de oro», con su relato «Eros y Psique«. Aunque no queda nada claro. Es un relato de fuertes connotaciones folklóricas, que se extendió a lo largo de Europa, manteniendo una idea esencial, pero variando en gran parte de sus aspectos secundarios.
El eje básico en la verdadera historia de la Bella y la Bestia es que las apariencias, esas que en primera instancia pueden resultarnos tan irresistibles y seductoras, muchas veces pueden engañar. Que aquello que a primera vista parece hermoso, puede no serlo en esencia. Y que detrás de una imagen fea o desagradable, podemos hallar a alguien de gran valor. Este es el único aspecto que se mantiene como el pilar central en las diferentes versiones del cuento.
La primera versión de la Bella y la Bestia en la vida real que encontramos pertenece a Giovanni Francesco Straparola. Bajo el título «Le piacevoli notti» (Las noches agradables), apareció en 1550 la historia de una joven que conoce a un ser deforme y extraño bajo el cual, se esconde un buen hombre.
Más de un siglo después, en 1697, sería el conocido y ya inmortal Charles Perrault, quien trajo de nuevo este relato para incluirlo en su colección «Cuentos de mamá ganso». Pero fue otra persona la que, finalmente, asentaría las bases del cuento tradicional que llegaría hasta nosotros ya sin ninguna variación más. Fue una aristócrata francesa llamada Jeanne-Marie Le Prince de Beaumont, quien en 1756, estando en Inglaterra, decidió recoger relatos clásicos europeos para publicar una especie de antología.
Se encontró entonces con el cuento de la Bella y la Bestia. Lo redujo a sus elementos más básicos y lo adornó de un trasfondo emocional donde no faltara un final feliz. La bestia era una auténtica bestia, mitad humana-mitad animal, y no un hombre deforme o lleno de harapos. Trasformó a la Bestia en todo un caballero, tanto, que su trasformación al final en «príncipe azul» casi se nos hace innecesaria. Fue entonces nuestra dama francesa, Jean Marie de Beaumont, quien cinceló el cuento que todos conocemos… ¿Pero cuál era su auténtico origen?
La verdadera historia de la Bella y la Bestia
Ahora bien, más allá de las versiones de los hombres y mujeres apasionados de las letras en los siglos pasados, la verdadera historia de la Bella y la Bestia es un relato que se nutre de los principios moralistas de la Europa Medieval. Aquí no hay príncipes, ni caballeros cultos y galanes con los que bailar en una gran sala iluminada por candelabros. En absoluto. En esta historia hay hambre, muerte y piedad.
La historia de la Bella y la Bestia en la vida real empieza con tres hermanas. Dos de ellas son realmente malvadas. La tercera es utilizada para hacer las más penosas tareas, desde limpiar la casa, hasta prostituirse para que las hermanas obtengan rentabilidad por mantenerla en el hogar.
Cada noche es atada en una lóbrega habitación donde observa la vida exterior. Esa vida que jamás podrá tener, porque a ella se le ha vetado la libertad. Un día, asoma por esa ventana, un leproso. Lleno de enfermedad y miseria, le clama a esta muchacha algo de piedad, tiene mucha hambre y solo desea un simple mendrugo de pan.
Nuestra protagonista le invita a entrar, dejando que tome aquello que desee a cambio de que, simplemente, le quite las cadenas que lleva al cuello y que sus hermanas le han puesto para que no escape.
El leproso accede. Quita las ataduras de la joven y después sacia su hambre. Cuando las hermanas vuelven y ven sus alacenas vacías de comida, culpan a su hermana de haber robado. Puesto que la ven sin sus cadenas, no dudan en culparla y en castigarla. Cruelmente, la azotan casi hasta la muerte y la encierran en el sótano, cuando ya está agonizando.
Pero, la verdadera historia de la Bella y la Bestia tiene un final, si no feliz, al menos justo. Al día siguiente vuelve el leproso, se asoma por la ventana en busca de la muchacha que tan amablemente lo había ayudado. Pero no está. Preocupado, llama a la puerta y las hermanas, lo reciben con desdén y repugnancia al ver su aspecto. El mendigo leproso entra en la casa y se quita sus harapos, mostrándose ante ellas como lo que en realidad es: la propia Muerte.
Cuenta la historia de la Bella y la Bestia en la vida real que la figura de la Muerte le grita a las hermanas malvadas que ha dejado el inframundo porque sabía de la existencia de una mujer enormemente desdichada, maltratada por sus propias hermanas. Y que ha decidido acudir a mundo terrenal para castigarlas, para llenar sus cuerpos de pústulas e inmundicia, de suciedad y enfermedad, y ofrecerles la muerte más lenta y dolorosa posible, por hacer daño a tan noble mujer.
Una vez aplicado el castigo, la Muerte baja hasta el sótano para tumbarse junto a la muchacha que lo ayudó, ofreciéndole un descanso plácido y un paso al más allá lo más dulce posible… Como puedes ver, tampoco queda exenta una leve y sutil pincelada de romanticismo.
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Y tu, ¿Conocías la verdadera historia de la Bella y la Bestia? ¿Cuál de sus versiones te gusta más? Anímate a dejarnos tus opiniones en un comentario. Y si eres, como nosotros, fanático de las fantasías de los cuentos infantiles, no te pierdas esta selección de las mejores frases de Disney. ¡Hasta la próxima!